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Un invierno muy atípico

De momento, el invierno no hace acto de presencia. No cabe duda de que está siendo muy atípico, porque acaba febrero y sigue sin llover y sin nevar. Las temperaturas registradas durante toda la estación invernal nos dejan una lectura que quizás no nos guste tanto: Cada vez es más visible y evidente el efecto del cambio climático.

Esto se refleja en que este año estamos conviviendo con invierno de días soleados y temperaturas primaverales. En el que también se registran numerosos cambios de temperatura, algo que comienza a ser una tónica habitual.

Las vacas con este tiempo no sufren, no tienen frío. A esto se suma que no llueve, y el agua no se les mete en la piel. Porque ellas mientras estén bien alimentadas, saludables y dispongan de un lugar seco donde dormir, son felices.

El problema surge cuando al invierno atípico se le une la escasez de lluvias. En la Sierra no hay nieve ni agua. Y estamos a un paso de inaugurar la primavera. Esto ha provocado que los ganaderos hayan tenido que echar de comer mucho antes al ganado, cuando normalmente lo hacen uno o dos meses después. Incluso, bajarlas de las zonas altas. Y eso implica transportes y mayores gastos para el ganadero.

Necesitamos la lluvia, ya que también condiciona el medioambiente en el que los animales viven y se reproducen.

Pronto llegará la borrasca Jorge, dicen que nos traerá de vuelta el invierno. Tras su entrada se espera la llegada de nieve en las montañas y heladas nocturnas. Además de cielos nubosos, viento y precipitaciones. Ojalá lleguen.

De todas maneras, mala, malísima fama ha tenido siempre el segundo mes del año. Febrero loco y marzo otro poco. Mientras tanto, aquí nos quedamos esperando la lluvia. Que llueva, que llueva…